La Astronomía en culturas antiguas

Los Egipcios
El comienzo del año venia determinado por la salida heliacal de Sirio, la estrella principal de la constelación del Can Mayor, es decir, cuando Sirio sale por el Este justo antes que el sol, en su primera aparición en el amanecer después de su periodo de invisibilidad. Este acontecimiento coincidía originariamente con el inicio de la crecida del rio Nilo.
Observaron que estas salidas heliacales de Sirio, estaban separadas por 365 días, consiguieron establecer los egipcios, en el milenio IV a.c., un buen calendario solar que constaba de 12 meses de 30 días cada uno y de 5 días festivos extra. Pero este calendario civil resultaba ser demasiado corto en un cuarto de día, y así las estaciones avanzaban mas o menos un día cada 4 años, hasta que, al cabo de un ciclo de 1 460 años las estaciones volvían a ser sincronizadas con el calendario (periodo sothiaco).
De ahí se dedujo que la verdadera duración del año era de 365,25 días. A partir del 238 a.c. se agrego por eso a cada cuatro años un día intercalado.

Los Mayas
Conocieron desde el IV milenio a.c. un desarrollo astronómico muy polifacético.
Muchas de sus observaciones han llegado hasta nuestros días, se conocían con gran exactitud las evoluciones sinódicas de los planetas, la peridiocidad de los eclipses, etc.
Su aproximación a la orbita exacta de Venus daba un error de un día en 6 000 años. Sus tablas de eclipses se remontaban cientos de años atrás, y preveían con exactitud los que habrían de suceder después de cientos de años. En sus códices se estudian las orbitas de Marte, Júpiter y sus lunas, Mercurio, Saturno, Venus, la Luna, la Estrella polar y las constelaciones de Orión, Géminis y las Pléyades. Además establecen los puntos de referencia de los planetas entre si e incluso sus respectivas posiciones respecto a la Tierra.
Los mayas operaban con dos calendarios simultáneamente: el Tzolkin o año sagrado, año de los dioses, y el Haab, o año terreno, necesario para conocer las estaciones del año y de la agricultura. Un ciclo del calendario maya puede tener 52 años terrenos con 365 días o 73 años deificos con 260 días.
Para ajustar la duración de su calendario a la orbita real de la Tierra (lo que nosotros hacemos añadiendo un día cada 4 años), los mayas añadían 13 días cada 52 años, para restar después 25 días cada 3 172 años. Esto daba por resultado el calendario mas preciso del mundo.
Después de muchos estudios y discusiones científicas, se ha establecido como el día de inicio del calendario maya el 11 de agosto de 3 114 a.c.

Los Babilónicos
Los inicos de la astronomía babilónica se remontan al tercer milenio a.c.
Como muestra de la precisión de muchos de sus datos astronómicos vamos a dar algunos ejemplos: La duración media entre dos fases lunares iguales es de 29,530594 días. El valor moderno es de 29,530589 días. El calculo para la revolución sinódica de los planetas, es decir, el tiempo entre dos posiciones similares con respecto a la Tierra, también fue muy preciso; en el caso de Venus 583,91 días en lugar de 583,92 días: para Marte 779,995 días en lugar de 779,94 días, hay que tener en cuenta que las revoluciones siempre son sometidas a perturbaciones, que eran diferentes hace 2 o 3 mil años.
La observación babilónica de un eclipse de Sol total, se remonta al 15 de junio del 763 a.c.
Los babilónicos recurrieron en principio al ciclo lunar para confeccionar un calendario. Cada 12 meses de 30 días componían un año.
Para absorber el desfase respecto a la duración real del año solar, se agregaba de vez en cuando un mes mas. A partir de 383 a.c. se previeron 7 meses intercalares cada 19 años (año lunisolar).
Las constelaciones mas importantes recibieron ya sus nombres en el tercer milenio a.c. La Astronomía moderna adopto la mayoría de los nombres babilónicos para las constelaciones del zodiaco.

Los Chinos
Al igual que en Babilonia, el antiguo calendario chino de principios del siglo II a.c. es un año lunisolar con ciclos bisiestos de 19 años.
La obra “Calendario de 3 ciclos”, aparecida hacia el principio de nuestra era y cuyo autor es Liu Hsin, describe la historia de la Astronomía china desde el tercer milenio a.c.
El estudio de los planetas y de la Luna no estuvo hasta el siglo I a.c. en condiciones de proporcionar predicciones exactas, según estos cálculos hacia falta 23 639 040 años para que los planetas entonces conocidos ocuparan otra vez la misma posición relativa.
La antigua Astronomía estelar china difiere mucho de la babilónica y de la occidental. El ecuador celeste se dividía en 28 “casas” y el número de constelaciones ascendía a 284.


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